martes, 11 de abril de 2017

Las inviernas en primavera

   Por fin el tan esperado día llego y nos recibió con sol y temperatura inmejorable, no eran aun las 9 de la mñna. cuando Miguel, Azu, Lobo, Eteban, Isacio, Agapito y J.Luis dejamos las Inviernas para internarnos por una empedrada senda que nos sumerge en el paraje del bco.del Riato, donde  frondosidad y roca crean una permanente sombra, seguimos en dura ascensión y ya sobrepasada la población de el Sotillo descendemos hasta el emb. de la Tajera, el cmno. que seguimos marca el nivel maximo de sus aguas, en esta ocasión dicho nivel es tan raquítico que nos permite recortar ruta atravesando uno de sus brazos, alcanzando así el puente que nos sitúa en la otra orilla, donde el emb. deja paso a la corriente del río Tajuña, abandonamos este y después de alcanzar un collado, una estrecha senda nos va introduciendo progresivamente entre paredones de roca cada vez mas elevados, solo superados por el vuelo de los buitres, estamos en el paraje de los Ceños, en ese espacio natural la intervención del hombre solo se percibe por las ruinas de antiguas tinadas de ovejas, las sendas parcialmente borradas por la vegetación y los restos de nuestras mondas de plátano porque del fuet Isacio no dejo rastro,  hasta el sonoro curso de un salvaje Tajuña nos da una imagen inusual del que ya conocemos por la vecina y humanizada alcarria y así entre abarrancados meandros descendemos por incierta senda hasta atravesar  un rudimentario puente que nos sitúa en el molino de Cuadrado en desuso como tal, ahora presuntamente "ocupa". Ya por pista y cuando creíamos abandonar este dominio natural se nos cruza a unos 30 metros un pequeño cérvido, seguido de otra media docena que nos adelantan por nuestra dcha. perdiéndose por entre el monte bajo.
    No habíamos alcanzado aun Torrecuadrada cuando empece a sufrir mi pajará abituál,  pero mi afán por completar la ruta se convertía en un gesto insolidário con el resto del grupo, por lo cual regresando nuevamente al Sotillo decidimos Esteban y yo volver por el camino mas corto, al poco una piedra me destroza el cambio de la bici, pero Esteban y su coche de apoyo redujeron mis penuria en anécdota. 
    Al poco el resto del grupo se nos unió en las Inviernas, ellos pudieron completar el recorrido visitando el ultimo paraje que nos quedaba: los Frailes, eso si con un inmenso cortejo de Buitres.
     Las Jarrys + raciónes de oreja en el 103 de la N-II.
     Una pena por el resto de Jarrys que por distintos motivos no pudieron disfrutar de la ruta, pero las Inviernas no se van a mover, ya habrá nueva ocasión.

Er primo.





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