Amanece el último
domingo de abril, con un tono grisaceo en el cielo, amenazante de lluvia,
además de algo de viento, y un puente largo, que hace prever que pocos Jarrys saldrán.
Efectivamente solo salen Azu, Lobo y Fulgen, (hay mucho huevón encamado).
Pues en las
condiciones climatológicas descritas, lo más sensato, es ir al Viso, Azu toma
las riendas y para la carretera del Zulema manda dirigirse, para luego subir al
Viso, y bajar por trialera, hasta abajo, y subir por la pista más empinada,
para una vez arriba volver a bajar por trialera hasta abajo y subir por los
Caballos, y vuelta a empezar, otra vez para arriba, en este punto intermedio se
cruzan con Juanjo y su cuadrilla, que es bastante más numerosa que los Jarrys,
y juntos suben, pero al llegar arriba Juanjo y los suyos se despieden y los
Jarrys otra vez para abajo por trialera, y vuelta a subir por los Caballos.
Azu dice que es mejor no salir del Viso debido
al viento, Lobo y Fulgen una vez arriba se amotinan y le manda a freír espárragos,
con lo que no le queda más remedio, que tomar otra opción, pues para el
Mortirolo por carretera, y de aquí la bajada de los aviones hasta Villalbilla.
Y ya lo más corto hasta el restaurante Gurugu, y bajando por trialera, y Fulgen
pidiendo paso a Azu, cosa impropia de él, está demasiado osado, señal de que
pronto tendrá que usar el betadine, y quizás en abundancia.
Ya en el
Santacruz y debido al frio se toman las esperadas Jarras dentro, y después cada
uno por su lado, pero al llegar a las inmediaciones del Val, ven un ciclista,
que más bien parecía un porteador dado el aparatoso invento que llevaba para
transportar las alforjas prestadas por Atreyu. Nada otras jarrys habrán de
caer, con Manolo que tenía ganas de enseñar su aparatoso desarrollo de trasportín,
Azu se despide, ya que le coge lejos su pueblo.
Fermín a su servicio.
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